Susurrame un libro al oído
viernes, 7 de junio de 2019
¿Qué se siente morir?
Mantén los ojos abiertos, tan solo en este instante; sabes muy bien que se aproxima.
Jamás pensé morir innumerables veces cuando estoy dormida, al principio estoy situada en un lugar irreconocible; mágico. Aquellos lugares que solo existían en mis pensamientos, acompañada de caras desconocidas, siendo un personaje más de esta trágica escena.
Puede venir de diferentes formas, atropellada, ahogada, disparada, incluso puedo sentir como caigo desde un lugar muy alto que pareciera no tener fondo, al final la sensación es la misma.
Esa sensación donde acabo acostada sintiendo como mis sentidos se agudizan, mi vista se sitúa en un cielo nocturno rodeado de estrellas, mis oídos pueden oír perfectamente cada latido viniendo con fuerza, el sabor del nudo en mi garganta por mi desesperación y al final puedo sentir un olor de flores que acompañan un funeral, puedo sentir mi cuerpo inerte pareciera que por un instante a mi alma le gusta jugar abandonando mi cuerpo, es una desesperación pura.
Siempre me pregunte por que en las películas las personas luchan por tomar la mano de su amado cuando están muriendo, ahora puedo entenderlo, en ese instante sientes temor por que sabes que te vas a otro lugar; a un lugar desconocido. Te imaginas a las personas que quieres sonriendo y solo quieres que alguien tome tu mano, al tomarse la mano sientes seguridad como si esa persona te fuera acompañar, el estar solo en ese momento te hace sentir un miserable.
No sé definirlo si como pesadilla (mis muertes han venido de diversas formas) o como un sueño debido a que es una oportunidad para rectificar mi vida, deseo en realidad que ninguno sea un déjá vu.
No le temo a la muerte creo que hay tantas vidas por vivir, pero en esta vida me falta mucho por hacer, aún me falta crecer, cumplir sueños, encontrar el amor, dejar mi marca, que tan solo le digo a la muerte que aún no es mi hora.
Si mañana muero quiero ser recordada, odio al olvido.
No soy profesional.
Solo escribo ocurrencias.
jueves, 3 de mayo de 2018
DOS DÉCADAS
7,300 días,
175,200 horas, 10, 512,000 segundos todo eso habita en 20 años.
En tan solo 20 años pueden ocurrir muchas cosas como la
guerra más larga en la historia, La guerra de Vietnam tardó 20 años, a los 20
años en este siglo son más que suficientes para que uno ya tenga una familia
formada. En mis 20 años he estado buscando “El sentido de la vida” Todo comienza
con la pregunta ¿Qué quieres ser de grande? Esta pregunta se la hacen a uno
desde que es pequeño y en ella gira en torno miles de respuestas como: Policía,
Arquitecto, Bombero, pero la pregunta no tiene sentido hasta que uno mismo se
la pregunta ¿Qué quiero ser de grande?
Durante estos años no la podía responder, siempre contestaba
con las respuestas más comunes y sencillas para evitarme un sermón de lo que
uno tiene que ser en la vida, una vez recuerdo estar en un taxi y darle de
respuesta al conductor de que quería ser Médico, ahora que lo pienso me río,
nunca me vi como Médico, ejercer esa profesión no es malo, sin embargo, no es
mi vocación, ver sangre, ser partícipe de la vida y muerte de las personas es
algo que no soportaría, nunca pude concluir mi respuesta y sé que para algunas
personas esto puede ser malo, pero pienso que no lo es.
Desde que estaba pequeña me gustaron las historias, tengo
memoria de algunos relatos que me fueron contados en el kínder, siempre había un
protagonista que terminaba bien y satisfecho con su historia, incluso algunos
relatos de la biblia que llegué a oír me gustaron, de ahí empecé a leer cada
vez más y encontré la fascinación por la literatura, algunos dicen que los que
estudian para literatura mueren de hambre, la verdad es que no lo sé, tal vez
crean que nos encerramos en ese mundo de ficción y es cierto, por un momento
uno se siente protagonista de esas historias y hasta piensa en darle un final
diferente. Leyendo me encontré con un término en el que me sentí identificada
un buen tiempo Polímata. Polímata es una persona que tiene conocimiento en
distintas áreas, un polímata puede
ser un gran conocedor de temas muy variados y no relacionados entre sí, por
ejemplo Charles Darwin fue un polímata (que por cierto el tardó 20 años en
publicar su teoría del “Origen de las especies”) al final me di cuenta que no
podía ser un polímata, debido a que no tengo mucho conocimiento más que por la
literatura y la geografía.
Por mucho tiempo me pasé buscando eso que le diera sentido a
mi vida, observé a la gente y vi que algunas eran felices con sus profesiones
quería encontrar la mía, pasé de observar a la gente a leer biografías de las
personas que llegue a admirar, me di cuenta que ninguna seguía un mismo patrón
y que todas al igual que yo eran diferentes, puedo añadir que salió algo muy
bueno de esto aparte de aprenderme las biografías de las personas, descubrí mi
mayor miedo y sí, le tengo miedo al olvido, si hay algo de lo que estoy segura
es que no quiero que me olviden, quisiera ser recordada por haber aportado algo
bueno, quizá no al mundo, pero si con la gente que me rodea, sueño con tener
una buena biografía como la de las personas que admiro.
Años más tarde la respuesta llegó a mí, de golpe sin haber
estado buscándola. Una mañana tenia un proyecto en la preparatoria sobre
escribir una obra de teatro y leí sobre un rol “El hombre” este rol quizá no
sea el protagónico de la obra, el hombre es el que se encarga de llenar los
espacios vacíos de las obras de teatro, el hombre puede salir en una escena y
estar en el fondo siendo un barrendero y en la siguiente ser un soldado y
desempeñar diferentes papeles, todo dentro de una misma obra, el hombre es
importante porque si esos espacios estuvieran vacíos la obra no podría
desarrollarse bien. ¡Por fin pude encontrar el sentido de la vida! Quiero ser
el hombre de mi propia obra de teatro (de mi propia vida)
Quiero ser Ángela la contadora porque esa es la carrera que
estoy cursando en la universidad, pero no solo quiero ser eso, quiero escribir
un libro para que nadie me olvide, pero tampoco quiero solamente ser Ángela la escritora,
quiero un día hacer mi propia ropa, pero no quiero ser solo Ángela la costurera,
quiero hacer y vivir miles de cosas, pero no quiero tener un límite.
El hombre no tiene límites y es dueño de su libertad.
No soy profesional.
Solo escribo ocurrencias.
lunes, 26 de marzo de 2018
Escondida
Lo veo ahí, siempre desde el otro lado.
Si estuviéramos en un río, él estaría en el borde de una cascada y yo en la copa de algún árbol.
Oh cariño me vuelves loca y solo estás respirando, tu pecho sube y baja al compás del
viento, mientras que a kilómetros de distancia lanzó un suspiro por ti.
¿Cómo es que me haces sentir cerca estando distante?
Todo este tiempo he estado dando vueltas en círculo y cuando te vi detenidamente, el mundo se detuvo para luego dar vueltas y vueltas hasta marearme.
Todo este tiempo he estado dando vueltas en círculo y cuando te vi detenidamente, el mundo se detuvo para luego dar vueltas y vueltas hasta marearme.
¿Qué eres? Cariño podría definirte como el suspiro delicioso de algo inesperado, como el exhalar de un muerto, el sonido deleitoso de una canción, el verso perfecto de un
poema, la trama maravillosa de una novela y lo único que piensas que has hecho
es existir.
¿Qué alguien me diga que es esto que siento? El sentimiento al verte es tan ¡Por Dios!
dolorosamente dulce, que me descompone que me lleva a la depresión para luego
construirme y volver a sentirme nueva, renovada.
Y luego me miras desde donde esté, si cambiamos de plano dónde está vez este situada desde las sombras acechándote, tú desde la luz, sientes mi mirada y enseguida me buscas
para terminar uniéndonos y perderme en el océano de tus ojos.
El sentimiento duele me recorre el estómago hasta la garganta, me dejas sin aliento y de algo estoy segura, que al verme a los ojos puedes leerme y saber que por ti, sólo
por ti, ardo como el fuego.
No soy profesional.
Solo escribo ocurrencias.
lunes, 5 de marzo de 2018
La primera vez que te vi.
Estábamos en clase de literatura y como siempre el maestro
hablando y mi mente habitaba todos los lugares posibles, menos en lo que
debería estar centrado.
Fue así hasta que menciono que daría un curso de “POEMAS” fue ahí
cuando mi mente regreso al lugar y fijo los ojos y oídos hacia el profesor. “Un
curso de poemas” – pensé. Para mi escribir un poema resultaba realmente difícil.
Pídeme que te escriba una historia de cualquier género, puedo
escribir un ensayo, hasta un discurso para nuestro presidente y podré hacerlo,
estoy seguro de que mis discursos serán mejor y más ingeniosos de los que el
presidente haya leído JÀMAS, pero al momento de escribir un poema es ahí cuando
los versos y las rimas no me cuadran, no puedo transmitir un sentimiento alguno.
Mientras el profesor hablaba explicaba que un poema jamás es
planeado, que las rimas y versos fluyen como una necesidad, como una
inspiración. De repente me empecé a molestar, es claro que las cosas no ocurren
así, llevo toda mi vida intentando escribir un poema y no sale.
Escribir un poema es para los dioses.
Escribir un poema es para los dioses.
Para mí la voz es el conjunto de frecuencias sonoras que dan sentido a lo que dices. Podrá venir la chava más guapa del mundo y si su voz no me gusta, ya no hay nada, se pierde el encanto.La voz es el conjunto de sonidos que me permiten encontrar a las personas que viven en la misma frecuencia que yo.
Pero no fue así, había obtenido a una musa y me sentía como
un ganador...
No soy profesional.
Solo escribo ocurrencias.
viernes, 16 de febrero de 2018
Todo comenzó en la cama...
He
despertado y me he dado cuenta que algunos momentos importantes han sido en un
escenario, quizá no el mismo, pero siempre este recurso ha estado presente y
cuando diga cuál es, pensarás que es algo estúpido y hay una remota posibilidad
de que lo que sea, pero tengo argumentos válidos que pudiera haber una
coincidencia entre tu y yo.
El
escenario/recurso del que hable hoy no es más que remotamente que… UNA CAMA
Estarás
pensando ¿Por qué una cama? Aquí te va mi historia…
Todo comenzó
en la cama, no recuerdo el día en que nací puesto que era un bebé y a esa edad
no tenemos conciencia o tal vez sí, pero en ese momento la conciencia este
dormida, el punto es que nací en una cama, ese fue el escenario doloroso de mi
madre ya que tuvo que parir para que naciera y el de mi padre el más feliz
puesto que el me esperaba con ansías.
En mi niñez
mi cama soporto todo tipo de golpes, ella parecía haber sido entrenada para ser
un saco de box, recuerdo perfectamente que con ella desquitaba mi coraje en las
noches, siempre pataleaba en la cama pidiendo a gritos que mi capricho del día
se cumpliera, no olvidaré que también funcionó como muro contra monstruos, en
ella me hundía con todos mis miedos.
En la
pubertad mi cama fue mi confidente, desde hacer actos íntimos entre ella y yo,
hasta que el tiempo hizo llegar mi primer amor, y fue así, como mi cama fue
testigo de las veces que me hundía pensando en ella y sintiendo como en el estómago
se formaban vacíos y terminaba pedaleando como idiota, tiempo más tarde sufrió
conmigo un desamor dando paso a mi primer insomnio en el que daba vueltas y
vueltas como loco, escuchó mis plegarías cuando pedía al cielo, al destino y no
sé cuántos santos que no me apartaran de ella y esas veces en las que terminaba
en llanto.
Pasó el tiempo
y me convertí en un adolescente llegando a mí una diversidad de
responsabilidades, recuerdo los insomnios que vivimos juntos, las veces en las
que me acostaba y entre las sabanas y almohadas me ponía a soñar, ella fue
testigo de las veces en que soñé despierto y por ratos sonreía.
El primer
paso en el que me sentí adulto fue cuando me mudé de casa, cuando abandoné la
comodidad de mi hogar para irme a vivir a un departamento y sentirme
independiente, no puedo evitar reírme de lo mucho que sufrí, al mes de vivir
solo y de trabajar para vivir, en el trabajo no hacía nada más que en extrañar
mi cama. Las pesadillas también formaron parte de mi vida, así que añadámosle
que también fue testigo de las veces que desperté a gritos. Fue confidente de
un hecho importante en mi vida, recuerdo aquella vez en la que una noche antes
me fui a dormir y me sentía nervioso, me cubría con las sabanas intentando
evitar los nervios que me hacían sentir al tener un aniversario con la mujer
que amaba, a la noche siguiente regresé con compañía y ella fue un gran testigo
de una entrega de amor. Las entregas de amor se prolongaron días y noches,
semanas, meses y años, fueron tantas que nos sumergimos en nosotros mismos y no
queríamos abandonarla.
Una vez más
fue testigo del producto de nuestras entregas de amor, esas noches en la que mi
esposa no dormía porque mi hijo que yacía en su vientre no la dejaba dormir,
hasta que él nació.
Si la cama
hablará sabría de memoria todos los cuentos que le dije a mi hijo, sabría con
certeza que fueron una mezcla con mis sueños.
Mi hijo
creció y abandonó su hogar para formar una familia, eso dio paso a que mi
esposa y yo, volviéramos a la cama esta vez sintiéndonos un poco cansados, tal
vez ya no la usábamos como cuando éramos unos jóvenes, pero antes de dormir mi
esposa me confesaba lo que sentía y siempre casi siempre terminábamos dormidos
los dos al mismo tiempo.
Presenció también
aquel día en el que se me partió el corazón, una mañana mi esposa no despertó,
estaba tan cansada que el destino la dejó partir, esa noche lloré su ausencia y
le reclamé por haberse ido al cielo antes que yo.
Ahora es testigo
de mis pesadillas, de lo mucho que sueño ya sea dormido o despierto, esto es un
análisis de la vida en la que mis escenarios fueron una simple cama, ella me
conoció como boxeador (cuando sufría mis grandes golpes de niños), como bailarín
(cuando le bailaba a mi esposa encima de ella), como cantante (cuando le
cantaba las canciones de cuna a mi hijo), como soñador y ahora como un sabio y
maestro de la vida.
Todo comenzó
en la cama y estoy seguro que ella presenciará cuando este corazón deje de
latir….
No soy profesional.
Solo escribo ocurrencias.
viernes, 26 de enero de 2018
El olvido
Todo
comenzó con algo dulce, recuerdo algunas veces en que el olvido se presentó en
mi vida. Estaba tan pequeña cuando me enojé con mi mamá por no dejarme jugar
con mis juguetes ese día (vaya que para mí era lo más importante en ese
entonces), recuerdo exactamente las palabras que use con mi madre “Ya no quiero
que seas mi mamá” le dije. Ella me miró con una sonrisa y se burló de mi “No
sabes lo que dices” me contestó. Y si, podría decir que en ese momento ya sentía
que no era mi madre y que no sabía lo hiriente que podían ser mis palabras, y
fue así como el olvido realizo su trabajo y segundos después me encontraba
jugando mientras mi madre yacía a un lado haciendo sus deberes, habíamos olvidado
la escena anterior y eso fue bueno.
Luego
con el paso del tiempo me di cuenta que el olvido es un monstruo horrible,
recuerdo como ocurrió la primera vez que me enamoré, estaba con mi vida ordinaria
solía ser una joven de rutinas, cuando un día de la nada un joven con mi misma
edad se atravesó en mi camino y platicamos por horas, al caer la tarde acabé
enamorada de sus pensamientos y me di cuenta que estaba interesada por él. Paso
el tiempo y el olvido realizó su monstruoso trabajo, hace unos días me lo topé
en la fila del súper y me di cuenta que las mariposas en estómago ya no
estaban; se habían esfumado, cuando el chico me volvió loca en su momento. Me
limité a sonreírle cuando por dentro sentía una pena, había olvidado lo que sentía
por él. Esa noche me fui a la cama intentando recordar lo que sentía.
Ahora
me doy cuenta que el olvido es lo peor que nos puede ocurrir, es costumbre que
se nos olviden fechas, tareas o palabras, pero en realidad el olvido es algo
muy fuerte. El olvido es tan poderoso que puede marcar un comienzo, el famoso “Borrón
y cuenta nueva” admito que eso no es malo, pero un día podemos dejar de existir
sin dejar rastro y así de fácil nos olvidan, puedes un día levantarte y olvidar
el sabor de tu primer beso y la vida sigue, no tiene pausas.
El
olvido es el más grande monstruo nadie puede vencerlo, lo acompaña el tiempo
que es aquel que entre más pase, el olvido más gana terreno.
No soy profesional.
Solo escribo ocurrencias.
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